Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad
Catherine Ponder
Te
escribo esta carta a ti, aunque nunca la leas.
Me
hiciste daño, mucho daño. En
la naturaleza no existe la justicia y yo sigo sufriendo. Pero hoy me
he dado cuenta que de alguna forma tengo que sacar de dentro de mí
el profundo pesar que siento y eso es lo que voy a hacer.
Desconfío
del rencor porque
no es un buen amigo, por eso no lo quiero conmigo. Además
el rencor nos
lleva a sufrir miedo y es precisamente lo que necesito que
desaparezca. No es que te tema, es que tengo miedo a revivir mi
sufrimiento y a volver a caer en el mismo error.
Por
eso he
decidido que tengo que afrontarlo, ponerme frente a frente a tu
persona y
a todo lo que tú significas; sea en mi mente o no, y hacerme valer.
Si reduzco este miedo conseguiré reducir todos los demás.
Yo
te quería y confiaba en ti, ¿sabes? En realidad no pedía nada
extraordinario pero si lo hubiese sabido no hubiese permitido que me
dañaras. No voy a olvidar nunca lo insoportable que es este
dolor ni lo mucho que me ha enseñado. Al
fin y al cabo te tengo que dar las gracias por algo.
He
aprendido que no
puedes darle a alguien algo que no quiere recibir. Te
permitiste el lujo de dejármelo demasiado claro; tanto como lo
importante que es saber lo que es malo en tu vida y te está
consumiendo.
Pues
sí, me
he dado cuenta de que eras tan perjudicial para mí que me has
impedido avanzar durante mucho tiempo.
Como
alguien dijo alguna vez el
verdadero odio es el desinterés, y el asesinato perfecto es
el olvido. No
pienso arrojar una piedra hacia arriba, pues lo más probable es que
caiga en mi cabeza. Desde luego que no aportaría felicidad, sino que
sumaría miseria a mi vida sin contemplación.
Dicen
que sangrar no duele,
que es placentero, que es como si te disolvieras en aceite y
respiraras muy hondo. Lo mismo pasa con el dolor en el alma, de
alguna forma te anestesia y no eres consciente de lo que está
suponiendo para ti hasta que es demasiado tarde.
Quizás
estoy escribiendo estas líneas con lágrimas de sangre y de
puro dolor pero
estoy tomando
el mando y haciéndome con el timón porque ha llegado el tiempo de ir
más allá y superar lo que tú provocaste en mí.
He
de decirte que escribo esto porque detrás
de mi coraje existe una gran tristeza, una infinita humillación y
una delicada decepción. Siento
que camino por encima de un volcán mientras mi vida pende de un
hilo, por lo que tengo que soltar el lastre que supone cargar con lo
que tú ocasionaste en mi interior.
Necesito
muy poco para estar bien pero es por eso que tengo que sacar de
dentro de mí todo este dolor. A partir de hoy no te guardo
rencor no siento ira ni
rabia, no quiero cosas innecesarias en mi corazón. Toda
experiencia dolorosa encierra dentro una gran semilla de crecimiento
y liberación.
La
realidad es que hoy me pregunté si podía hacer algo valioso,
entonces decidí escribir esto.
Esta carta no es por ti, es por mí,
porque necesito liberar de mi espalda tu carga. Me he parado a pensar
en que no
quiero nada negativo en mi vida y
me he dado cuenta de que ahí estás tú y todo lo que hiciste, así
como la forma en la que me haces sentir.
Hoy
puedo decir que me estás haciendo un favor porque ahora más que
nunca me quiero y sé que no
quiero hacer de mi cuerpo la tumba de mi alma,
que puedo afrontar todo lo que hay en mi interior.
No hay que tener
miedo a vivir porque todo consiste en reaprender a hacerlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario